Prensa

El expresidente

La última vez que fui a Uruguay lo hice desde Buenos Aires, a través del Buquebus, por el río de La Plata. El propósito era conocer el antiguo pueblo de Colonia.

Estando allí, en una de las sorprendentes esquinas que engalanan la ciudad con cafés en la calle, apareció de repente con un séquito de personas que lo seguían, y a paso más bien rápido, el entonces presidente Pepe Mujica.

Intenté acercarme, pero entró con afán a uno de los edificios de la zona. ¿Es normal verlo por la calle?, le pregunté a un mesero que observaba la escena. Sí, Pepe viene seguido a Colonia y entra a los restaurantes. No tiene problema con eso, me responde con su acento marcado.

Ese es el que muchos llaman el presidente (hoy expresidente) más pobre del mundo.

En el avión de regreso, leía la biografía que le hizo Walter Pernas a este hombre de 80 años, que se convirtió en un ícono mundial de la política diferente.

Durante su mandato dijo cosas como: “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad” y “si tengo muchas cosas tengo que gastar mucho tiempo en cuidarlas y entonces no me queda el tiempo para hacer lo que a mí me motiva”.

Uruguay es un pequeño país de 176.000 kilómetros cuadrados (Colombia tiene 1,1 millones de kilómetros), con una población de 3,2 millones de habitantes (nosotros tenemos 47 millones de personas) y un Producto Interno Bruto (PIB) de 52.100 millones de dólares.

Según las Naciones Unidas, es el país de América Latina que presenta el mayor nivel de alfabetización y el segundo, después de Chile, con menor índice de percepción de la corrupción (según Transparencia Internacional).

Como si esto fuera poco, el Pnud ubicó a ese país como el tercero (después de Argentina y de Chile) con el mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el número 48 en el mundo, con un 0,78.

Junto a Costa Rica, Uruguay presenta la distribución de ingresos más equitativa; tanto los considerados ricos como los denominados pobres representan un 10 por ciento de la población. El resto es clase media.

Y, todo este escenario, sumado al servicio de salud, ha generado que sean el cuarto país de la región (después de Cuba, Costa Rica y Chile) con la esperanza de vida más alta.

Si uno lee revistas económicas, a Uruguay y a su expresidente lo destacan a nivel mundial por mil cosas. El más verde, pacífico, mejor para vivir, económico y hasta el mejor ubicado.

Mujica demostró que una comunicación fluida con sus ciudadanos, desde el fondo del alma, es más efectiva para un gobernante que aquel –incluso– que cumple todas sus promesas.

Vuelvo a Colonia. Luego de dos horas allí parado en esa esquina, salió Pepe. Le dije que venía desde Colombia. Me miró y me respondió: “ustedes ya entendieron que el camino no es armado, sino por la democracia”. Y siguió el paso.

Por: Juan Manuel Ramírez Montero / Twitter: @Juamon /

Publicado Portafolio 03/03/2015