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Opinión | Jaque mate

No había culminado la ceremonia de posesión de Joe Biden como nuevo Presidente de los Estados Unidos y Twitter ya anunciaba que todos los contenidos publicados en la cuenta de la Casa Blanca durante la administración del mandatario saliente en esa red social serían almacenados en otra dirección.

Como en esas partidas de ajedrez donde el rey agonizante observa atónito la última jugada en su contra, las grandes tecnológicas prácticamente le cerraron el cerco en cualquier tribuna digital de alta divulgación al ahora expresidente Donald Trump y hasta ese momento el hombre más poderoso del planeta.

Hay quienes creen que más allá de sus trinos incendiarios y en muchas ocasiones escasos de veracidad, las tecnológicas lo que hicieron fue cobrar las investigaciones antimonopolio y sobre presunta manipulación de los datos obtenidos de los usuarios y que fueron impulsadas desde el gobierno estadounidense.

Otros, por el contrario, simplemente consideran que la suspensión de las cuentas de redes sociales fue una decisión tardía y se espera que con el mismo criterio se aplique la sanción a otros líderes de opinión en el mundo que también han incurrido en las mismas faltas.

Ahora bien, el distanciamiento en las relaciones entre Trump y las plataformas de redes sociales se suma a la guerra comercial entre China y Estados Unidos y que ha dejado a la deriva a las más importantes compañías del mundo de la economía digital; recordemos que la pelea es por la hegemonía tecnológica y en eso el gigante asiático no va a ceder.

Adicionalmente quedó en el ambiente un sinsabor por la poca percepción de confianza que la Casa Blanca le otorgó a la ciencia y a organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud en los últimos cuatro años y, particularmente, durante la emergencia sanitaria.

En el polo opuesto llega un mandatario con espíritu conciliador y que tiene en la agenda temas prioritarios como la lucha contra el cambio climático, las mejores relaciones con las compañías tecnológicas (donde están fabricantes de dispositivos, redes sociales y desarrolladores de software), la transparencia a la hora de comunicar los temas de política pública (incluso se habilitó de nuevo un servicio informativo de habla hispana, en la Casa Blanca), el respeto por los medios de comunicación (lo que incluye la tolerancia frente a las diferentes preguntas que puedan surgir en una conferencia de prensa) y hasta la flexibilización de los procedimientos migratorios.

Aunque ha culminado la era Trump, lo cierto es que más de 70 millones de personas lo respaldaron en las urnas y una proporción importante de la opinión pública siente empatía por sus propuestas.

Por esa razón, los demócratas saben que la llegada de Biden al poder y el cierre de las cuentas de redes sociales del expresidente no son más que un “jaque” en la partida y que la mejor forma de que su agenda no vuelva a imponerse es condenándolo en el juicio político que transcurre en el congreso de ese país. Solo hasta ese momento se podrá decir que le hicieron un “jaque mate».

Por: Juan Manuel Ramírez M.
Publicada en diario Portafolio – 2201201
CEO de Innobrand / j@egonomista.com