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Mafias de taxis

Y aquí vamos de nuevo. Viernes en la tarde. ¿Para dónde va? “No, muy al norte. Muy al sur. Eso está en el centro, allá no voy”. Esa es la respuesta de miles de taxistas cada día que se acostumbraron a justificar su mal servicio en la congestión vehicular de Bogotá. Mientras tanto, el Ministerio de Transporte antes que regular y poner en cintura a las denominadas ‘mafias’ de los carros amarillos, decidió intervenir en la crisis generada por cuenta de Uber. Tal vez la mejor solución para quienes no encontramos un taxi en las horas pico del día.

Me tocó preguntar: “¿hasta dónde me lleva?”. “Me sirve hasta el Virrey, a la 93 no voy”, me responde el veterano conductor con la soberbia de quien le hace un favor a uno. Durante el camino se viene la catarsis del piloto que entre el palillo en la boca y el acento costeño me deja entender algunas palabras. “Que Alcalde tan malo el que eligió esta ciudad, mire como la tiene. Llena de trancones”. No le discuto, al fin y al cabo tiene razón –pensé–. “Si ve por qué no lo quería traer, mire todo esto como está, ahora no se cómo voy a salir de acá”. “No, yo creo que lo voy a tener que dejar por aquí, eso está muy complicado”. Lujo de conductor. Y en medio de la lluvia.

Acto seguido, decidí investigar la preocupación de los gobiernos por el tema. Por cierto, ¿ya vieron el borrador del decreto para regular los servicios de transporte especial? (Para obstaculizar a Uber y a los carros blancos). Exige tal nivel de patrimonio para conformar empresas que ni asociando a todos los carros ‘especiales’ se logra. Parece un traje hecho a la medida de un solo operador. Un solo propietario. Sí, el mismo que hoy mantiene a Bogotá con uno de los peores servicios de taxi del mundo, según los estudios de Thomson Reuters.

Hay entre 58.000 y 65.000 taxis en Bogotá, dependiendo de a quién se le pregunte. Según la Universidad de los Andes, 8 de cada 20 vehículos que transitan por la Carrera Séptima son ‘amarillos’. Ocupan el 32 por ciento de la red vial bogotana, pero realizan el 5 por ciento de los viajes motorizados. En contraste, los vehículos privados hacen el 20 por ciento de los viajes, ocupando el 42 por ciento de la infraestructura. Asimismo, el 71 por ciento de los recorridos en taxi los realizan personas de estratos 3 y 4, y en ese propósito aportan el 15 por ciento de emisiones contaminantes de CO2.

Los taxistas en la capital del país tienen una edad promedio de 32 años, trabajan 9 años como conductores, cada día conducen unas 13 horas, pertenecen –en su mayoría (90 por ciento)– a los estratos 2 y 3, reciben ingresos mensuales de entre 800.000 y 2’000.000 pesos y menos del 1 por ciento son mujeres. Es una condena. Transmilenio abarrotado, taxis sin control y hay pico y placa (la solución de muchos es comprar más carros). Creo que me voy a volver taxista para poder decidir a quién llevar y a quién no, y paralizar a Bogotá cada vez que se me antoje. Eso sí es tener poder. ¿A dónde los llevo?

 

Por: Juan Manuel Ramírez Montero / Twitter: @Juamon /

Publicado El Portafolio 15/12/2014

(2) Comentarios

  1. ya es un problema arraigado a este tipo de situaciones, que se justifican por otras, ademas de generando carros quizás un poco contaminantes solo por el precio bajo de ellos, se denota que no hay ningún tipo de importancia hacia ningún aspecto, ni siquiera al de prestar un buen servicio y mucho menos con el medio ambiente solo por la avaricia.

  2. Bendiciones:
    Espero que se pueda derogar leyes que van en contra de lo que Dios creo.
    Que nos tengan en cuenta, para poder instruir a ellos a la voluntad de Dios, y el pueblo de la nación, que hay un autentico y verdadero Salvador.

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