Prensa

Prejuicios sobre el islam

Leo titulares en los periódicos: “El islam, condenado al terrorismo”, “La amenaza del islam” y “El Islam sigue sumergido en el pasado”.

Permítanme reconocerle al país que hoy se preocupa más por lo que sucede en el mundo. Las secciones de noticias internacionales hoy son más que una página y los noticieros ya no condenan la información extranjera al final del programa. Sin embargo, hay que dejar claro que falta presentar, desde los medios, e investigar, desde el ciudadano, el contexto de cada coyuntura para evitar la desinformación y las imprecisiones.

Un caso reciente es el deplorable atentado a la revista francesa Charlie Hebdo. Un hecho lamentable que rechazamos quienes estamos en los medios de comunicación. Luego de este suceso, el mundo se volcó a disparar acusaciones contra la religión musulmana. Y aquí es donde creo que ha faltado información, porque si bien es cierto que quienes habrían incurrido en el acto eran integrantes de un movimiento radical musulmán, esto no significa que toda la religión deba ser estigmatizada.

Y así me lo hizo saber mi amiga Amaal Abdallah, a quien conocí durante mi recorrido por la India y me visitó hace algunos días. ¿Acaso la gente no sabe que hay por lo menos 48 países con mayoría musulmana? (de los cuales hay 2 en América, 3 en Europa, 27 en Asia y el resto en África). Y que en esas naciones se han elegido 7 mujeres presidentas –me pregunta un poco indignada–. Y recalca: “Una cosa es hablar de Arabia Saudí o Irán, donde hay radicalismo, y otra referirse a Indonesia, Turquía, Malasia o Bangladés, donde hay oportunidades igualitarias para mujeres y hombres”.

La población musulmana es la segunda más grande del mundo, con 1.500 millones de personas (en primer lugar está el Cristianismo, con 2.200 millones de personas). Su ‘biblia’ (por decirlo en términos cristianos) es el Corán, y a lo largo de los distintos países hay todo tipo de conformaciones. Marruecos, por ejemplo, es una monarquía constitucional; Arabia Saudita, una monarquía absolutista; Turquía, una república democrática; Arabia Saudita, una república absolutista; Siria, una república dictatorial, e Irán, un régimen teocrático.

Entonces, ¿en qué errores se ha incurrido desde el ciudadano y el periodista? En la generalización. Se usan dos o tres ejemplos permanentes para justificar una misma afirmación. Y el caso es que el islam no promueve la violencia ni la paz.

Es solo una religión, como el cristianismo, el judaísmo o el hinduismo, que en cualquiera de los casos puede ser pacífico o violento según la concepción y aplicación del seguidor. Para dar un ejemplo, hay monjes budistas en Birmania masacrando a mujeres y niños, y no por eso el budismo es violento.

Incluso se afirma, entre los críticos, que la mutilación de los genitales femeninos es una actividad de los musulmanes y en realidad es una costumbre (deplorable) de países de África del norte y central, principalmente en Eritrea, y es un país cristiano. Hay que reconocer que grupos terroristas como Isis, Al Qaeda, Hámas y Hezbolá son un grave problema, pero también que eso no es más que una parte de la población musulmana. Hay millones de seguidores que, como mi amiga, tienen el derecho de indignarse. El país merece informarse, pero con contexto y responsabilidad, para no caer en ligerezas como creer que todos los musulmanes son una amenaza, tal y como lo pintan en tantos titulares.

 

Por: Juan Manuel Ramírez Montero / Twitter: @Juamon /

Publicado Portafolio 09/02/2015