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Arroz chino

Imagínense un tren que atraviesa a Suramérica –desde Perú hasta Brasil–, un canal interoceánico en Nicaragua y una, cada vez mayor, deuda de Estados Unidos con China (supera los 1,3 billones dólares). A a eso súmele la relación casi dependiente de Venezuela con el gigante asiático en materia petrolera. Se trata de una realidad inminente, China puso sus ojos en Latinamérica y tiene grandes apuestas para el desarrollo de la región. “Si esa potencia puede construir un tren de alta velocidad que funciona y facilita el comercio de América Latina, de modo inclusivo y sin dañar el medioambiente, va a ser el nuevo chico del barrio, difícil de superar”, dijo el profesor Kevin Ghalagher.

Y la cosa va tan enserio que por estos días llega el primer ministro chino Li Qekiang al continente para un hacer recorrido estratégico por Brasil, Colombia, Perú y Chile. Solo a los cariocas les anunciará inversiones superiores a los 50.000 millones de dólares (de hecho, el tren interoceánico no superará los 10.000 millones de dólares). En la balanza comercial, por ejemplo, el país de los 1.500 millones de habitantes ocupa los primeros lugares en intercambio. Mientras para Colombia, Ecuador, Chile y Perú es uno los principales mercados emisores de productos, en México y Brasil se trata de uno de los más importantes compradores.

Por eso, vale la pena analizar en Colombia: hemos mirado a China? ¿Acaso continuamos con esa visión de que el continente asiático es otro planeta, lejano y en el cual se habla otro idioma?, ¿estamos trabajando en la famosa transformación productiva?, ¿en la generación de valor agregado? ¿Está trabajando Colombia en el mejoramiento de su infraestructura para movilizar sus productos?, ¿tienen los empresarios nacionales condiciones para competir?, ¿la nueva educación se está enfocando hacia el emprendimiento?, ¿estamos innovando? Estas deben ser las preguntas que el país debe hacerse ante la inminente coyuntura que se avecina.

Para los que no lo saben, China es un país que hace el mayor aporte a la población mundial, su economía ha llegado a crecer hasta 10 por ciento, las capacidades de producción superan los cálculos más ambiciosos en la medida que cuenta con ciudades que más parecen fábricas gigantes, los ciudadanos tienen una esperanza de vida de 75 años, una población urbana del 52 por ciento –11 por ciento vive por debajo de la línea internacional de la pobreza– y un PIB per cápita de 5.700 dólares. Lograron administrar una suerte de combinación de modelo socialista tradicional con el capitalismo que todos conocemos.

Se debe comprender que, a diferencia de la enseñanza tradicional de las universidades, donde en materia de comercio exterior solo se miraba a Estados Unidos y, cuando se era más osados, a Europa, el norte debe ser el equilibrio comercial con nuevos mercados, como el caso de Asia (en la lista están India, Singapur, Sri Lanka, Corea del Sur, Japón y China).

No puede ser posible que sigamos en la era del arroz chino como única razón para conocer dicho país. Es hora de descubrir las nuevas oportunidades que se avecinan, nos está cogiendo la tarde.

Juan Manuel Ramírez Montero

Consultor

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Publicado en Portafolio: 05/21/2015