Prensa

Japón, Corea del Sur y la Unesco

Hace dos semanas, se dio una reunión, sin éxito, entre los gobiernos de Japón y Corea del Sur para intentar calmar la tensión que, entre esos dos países, ha generado la inclusión de siete lugares de una lista de 23, que se busca sean declarados como Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y en los que más de 60.000 coreanos padecieron las torturas del trabajo forzoso (la mayoría murieron) durante la invasión nipona que comprendió el periodo delimitado entre 1910 y 1945.

El argumento de Tokio se sustenta en que las siete minas de carbón y fábricas de acero (usadas para construir armas) fueron la base del desarrollo de su país hasta antes de 1910 (cuando comenzó la expansión del imperio nipón). Al respecto, el Gobierno coreano considera que no existen razones para destacar o reconocer a nivel mundial esos siete lugares, en los cuales antes que desarrollo lo que se vivió fue una tragedia. De hecho, plantea como soluciones el retiro de estos sitios del listado o al menos la construcción de un monumento dedicado al perdón y el respeto por las víctimas.

Hasta el momento, ha sido muy difícil llegar a un acuerdo, o al menos eso es lo que se deduce luego del reciente encuentro entre el embajador surcoreano para los asuntos culturales de la Unesco, Choi Jong-moon, y el director general para asuntos culturales de la Cancillería japonesa, Jun Shimmi, en el ministerio de Tokio. Y aunque el listado de 23 candidatos solo ha sido preseleccionado, entre el 28 de junio y el 18 de julio –en la reunión del Comité del Patrimonio Mundial en Alemania– se tomará la decisión final, en una elección en la que se espera haya un consenso, y donde Colombia participa (con voz y voto).

Tal vez este caso pase por alto ante la opinión pública, y seguro el Gobierno colombiano se mantendrá en una posición neutral por la relación cercana que sostiene con los dos países. Sin embargo, hay que destacar que la exigencia de Corea del Sur está asociada con el concepto de dignidad humana, que tan escaso se ha puesto durante el reciente conflicto colombiano y el respeto por sus víctimas. Se trata, al fin y al cabo, de lugares que hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (cuando Japón se rindió) fueron testigos de atrocidades.

Interesante debate entre dos grandes economías, vecinas y socias de Colombia, que vale la pena seguir de cerca. Recordemos que estamos buscando una paz que nos llevará a un eventual posconflicto en el que casos como este serán comunes, y en el que el Estado deberá jugar un papel ejemplar con sus víctimas y con los actores que han participado en cada lado del conflicto.

Con la votación en la Unesco, se pondrá a prueba la capacidad de reconciliación, y la de comprender que los conflictos del pasado se perdonan, pero no se olvidan.

Juan Manuel Ramírez Montero

Consultor

[email protected]

Publicado en Portafolio: 01/06/2015